viernes, 14 de diciembre de 2007

NUNCA MÁS

Ella abandonó su casa sin dar vuelta la cabeza ni una sola vez. Empezó a caminar con la idea de alejarse lo antes posible. Fatigada y abatida, llegó hasta la estación del ferrocarril. Miró alrededor. La gente corría para alcanzar el tren y regresar a sus hogares después del día de trabajo. Imaginó ser parte de ellos, pero eso no sucedería, nunca más habría un lugar donde volver.

Un quiosco cercano despertó en ella la imperiosa necesidad de comer chocolate, eligió el más grande, con almendras. Mezclado en su boca con el sabor salado que corría por sus mejillas, le produjo una tibia sensación de bienestar.

Mientras se acercaba al andén, una nena, a punto de partir y con un helado que se le chorreaba, la miraba muy seria y pensativa. Luego, desde la ventanilla, alzó su manito en un saludo. Esa escena le resultó vagamente familiar. Cuando intentó responderle, se vio sola, deambulando entre desconocidos que la eludían presurosos. No sabía si la nena había estado ahí o era un recuerdo fugaz que jugaba en su memoria.

El último resplandor del atardecer fue su compañía.

Cristina Scarlato

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