martes, 18 de diciembre de 2007

EL ULTIMO DÍA

El último día me pareció más largo que ninguno, no por la inquietud, no podía sentir ningún temor, y no tenía motivo para sentirlo.
Desde la puerta del balcón miraba pasar las nubes hacia el este y pensaba: “el río se comerá la tormenta”, pero no, el viento giró y las nubes volvieron a pasar. Rememoraba aquella ilusión que se alimentó en el tiempo y creció, creció, hasta casi convertirse en algo tangible, pero no.
Enfrente, algunas ventanas permanecían cerradas aún bien entrada la mañana. Tal vez dormían o estaban ya en sus lugares de trabajo y las habían cerrado ante la inminencia de la lluvia. Algunas bolsas vacías se inflaban como globos y danzaban graciosamente antes de desaparecer. Esa palabra me resultó conocida.
El viento me empujó hacia atrás. Sí, sería conveniente que entrara y me acomodara nuevamente en el féretro. La familia pronto empezará a desfilar.

Cristina Scarlato

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