domingo, 16 de diciembre de 2007

DE RAIZ

Ahí vive con la abuela, dijo, con sus ojos más allá de mí, absorto en el recuerdo. La mordedura de los celos caló hondo, pero me recompuse para sonreirle y continuar caminando por el muelle, cerca del agua. El viejo caserón, similar a un castillo, guardaba la imagen de una mujer desconocida, que lo había abandonado. Creí ver un movimiento en el cortinado de una ventana e imaginé a alguien mirándonos. Los besos más tarde en la oscuridad del cine, las manos inquietas y ávidas en las caricias, borraron por un momento a esa otra inolvidable.

Nunca más supe de él, lo arranqué de raiz.

Abro los ojos, siento en mis labios los suyos, aún despierta, y aunque sé que no me quiso, resurge ese beso, como la primera vez.


Cristina Scarlato

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