jueves, 1 de noviembre de 2007

EL CAMBIO

Casi siempre llueve.

El sol no alumbra como antes.

Su aspecto juvenil no revela los años vividos, ni ellos saben cuántos. Han abandonado las ropas livianas, al igual que la antigua costumbre de caminar por la orilla del mar, en los cálidos atardeceres de verano. Muy juntos abrazados, o a cierta distancia, como estudiando posibles cambios. El viejo ritual de la cacería ahora lo cumplen a solas, para que el otro no vea el hastío.

Ayer ella no regresó. Tal vez se dio por vencida o el ocasional elegido, al intuir un misterio, la hizo víctima de su seducción.

El, asomado al ventanal, observa la llegada del extraño. Cierra sus ojos y al abrirlos nuevamente, se desprenden pequeñas lágrimas sangrientas.


Cristina Scarlato

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