lunes, 28 de septiembre de 2009

MARTÍN PESCADOR ME DEJARÁ PASAR, PASARÁ PASARÁ PERO NUNCA QUEDARÁ

Ese día él no llegó a horario. Otra vez, los fantasmas, el calvario de las sospechas dando vueltas en su cabeza.

Su amiga más querida la había aconsejado, pero no se animaba, no coincidía con su personalidad. Ah, si ella fuera como Laura, cómo llevaba su matrimonio, con inteligencia sin igual.

Tomó coraje, eligió ropa elegante y salió. La oficina de él no quedaba muy lejos del café donde concurría a diario, antes o después del trabajo. Ya desde la puerta lo divisó, casi al fondo, de espaldas, inclinándose sugerente hacia la mujer que sonreía. Decidió entrar, con paso distraído, deslizando la mirada a su alrededor. Por último, se ubicó en una mesa lateral y elevando la voz le dijo al mozo, voy al toilette, espero a alguien, por favor, tráigame un martini.

Al regresar, ya no estaba, cobarde. Caminó varias cuadras antes de volver a su casa, qué le diría. Cuando puso la llave en la cerradura, le salió al encuentro ansioso, hola, qué tal, llegué y me extrañó no verte, alguna salida imprevista. Ella lo miró un momento y dijo, no, fue algo planeado, tal vez olvidé mencionarlo. Y ahí quedó todo. Cobarde. Una sensación de bienestar la colmó, ahora era él quien sufría, no saber, sospechar. Insoportable. Como ella lo había vivido. Y pensó, me anticiparé a sus traiciones, lo atormentaré con los celos. A partir de hoy, pasará, pasará, y jamás lo sabrá.

No hay comentarios: