lunes, 28 de septiembre de 2009

EL TIEMPO EN CINCO PASOS

El conoció a la que sería su esposa, en vacaciones, “cruzando el charco”. Ella tenía el nombre del color de la arena. La gran capelina, que cubría su larga cabellera ondulada y oscura, coronaba a una verdadera belleza uruguaya. El retorno fue una tortura, hasta que los planes llevados a cabo, dieron su fruto. Ella, después de varias cartas de ida y vuelta, consintió en venir a casarse, enamorada de su lenguaje florido. Claro que el autor no era el novio que había conocido, sino un amigo que ofició de Cyrano para salvar la situación.


Al año y medio de la boda, nació una rechoncha beba; nunca fue en las fotos tan favorecida como en la realidad. Con el tiempo, se comprobaría que era debido a su gran carisma, motivo del despertar de numerosas pasiones no correspondidas, en varios admiradores desahuciados. Tal vez una vista algo defectuosa, la llevó a elegir al menos indicado para compartir su vida y formar una familia.


Esto en lo referente a la niña. Al año y medio posterior a ese nacimiento, llegó al mundo el que sería su hermano y contrafigura eterna. Tanto como ella era obediente, delicada y afectuosa, él se presentaría como rebelde, bruto y retorcido, para el resto de la relación fraternal. Nunca pudieron congeniar, a pesar de algunos intentos de uno u otro lado.


Aunque en esta historia sólo nos hemos extendido acerca de cuatro personajes, no debemos olvidar al quinto y principal protagonista. Sin sus encendidas misivas de amor, no habrían podido cumplir con su destino.

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