viernes, 4 de julio de 2008

CON LOS OJOS CERRADOS

Todavía no estoy despierta del todo, en medio de la noche, aparecen imágenes del sueño recientemente abandonado, que me confunden por unos momentos. Me encontraba en un gran patio, rodeado de plantas, baldes con ropa y escobas, participando de una reunión familiar junto a los que ya no están. Se veían como en sus mejores épocas. Ahora, el ruido de la calle, el tic-tac del reloj, el murmullo del ventilador, me desorientan. Quiero atrapar esa escena, cierro los ojos y procuro dormirme para rescatarla, pero se aleja veloz a medida que trato de recordar.

La enfermera trae un nuevo día, el control de mis funciones antes de que amanezca y concluya su turno de trabajo. La sonrisa amable, los modales suaves, son un aliciente para enfrentar lo que resta por vivir. Tal vez, una madrugada llegue hasta mi cama y yo no haya regresado de mi sueño. Me hablará como siempre, acercará su rostro al mío, comprobando que, a partir de entonces, formo parte de aquella escena en donde me estaban aguardando. Quizás, un último gesto mío, pueda devolverle una amable y suave sonrisa.



Cristina Scarlato

No hay comentarios: